Marihuana legal y lúdica o la puerta de entrada a las adicciones




Marihuana legal y lúdica o la puerta de entrada a las adicciones  


enlightenedLas opiniones y datos contenidos en este documento son de la exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan el punto de vista del CIDE como institución.


Producción: Dirección de Comunicación del Conocimiento de Rectoría General UAM y UAM Radio 94.1 FM  

Nombre del espacio: Ciencia Abierta al Tiempo (Temporada 11). La Universidad frente a los retos globales. Políticas públicas, sociedad y conocimiento.  

Conducción: Oriana Luna y Catia Luna  

Participación: Dr. Alejandro Madrazo Lajous (PPD-CIDE) y Dr. Alfredo Nateras Domínguez (UAM I)


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Ante la pregunta: “¿La marihuana es la puerta de entrada al mundo de las adicciones?”, el Dr. Alejandro Madrazo Lajous explica cómo la estigmatización, la desinformación y una legislación imprecisa y poco clara en México respecto a la cannabis, llevan a que, desde lo institucional y lo socialmente aceptado, la pregunta esconda una afirmación falsa. Hablar de “puerta de entrada” es una generalización poco útil, pero si la hemos de usar, esa les corresponde mejor al tabaco y al alcohol. En realidad, el tabaco y el alcohol (sustancias “legales”) son, en términos de salud, muertes y afectaciones económicas, mucho más peligrosas que la cannabis. “La cannabis como puerta de entrada a las adicciones” es una metáfora (no un hecho científico) que habla más de prejuicios e ignorancia que sobre la sustancia. No se tiene evidencia empírica que diga que la puerta de entrada a las adicciones es la marihuana.  

 

Información oficial insuficiente para hacer un diagnóstico serio sobre la evolución del fenómeno de consumo de sustancias “ilegales” en Méxic

 

El investigador señala que es difícil conocer el estado actual del uso de estupefacientes en México, ya que no hay información que abone a tener un diagnóstico serio, claro y puntual sobre la evolución y el estado que guarda el consumo de sustancias psicoactivas “ilegales”. La Encuesta Nacional sobre Adicciones y Usos de Sustancias Psicoactivas en el país está desactualizada y no permite rastrear la evolución del fenómeno del que pretende ofrecer datos. Cada cinco años se debería estar levantando esta encuesta, pero se acaba de anunciar que este año no se realizará, además de que entre sí las encuestas no han sido metodológicamente comparables en la mayoría de los casos.    

 

Lo que sabemos del uso de sustancias es un retrato impresionista    

 

Madrazo Lajous recalca que, al hablar del uso de sustancias psicoactivas, las más utilizadas, por mucho, son el alcohol y el tabaco. Por mucho son también, las más peligrosas, en términos de afectaciones a la salud y muertes en números absolutos. Como ejemplo, se ha establecido que uno de cada dos usuarios muere por causa del tabaco. Por otra parte, si  consideramos las muertes por accidentes viales asociadas con uso del alcohol, el alcohol es aun más letal que el tabaco. La licitud tampoco es un criterio para distinguirlas: el alcohol y tabaco son ilegales para una gran parte de la población usuaria, que son los menores de edad. Hay usos legales de la cannabis, hay usos legales de los opiáceos, y hay usos ilegales del tabaco y usos ilegales del alcohol. De este retrato impresionista podemos decir que las sustancias psicoactivas más utilizadas son el alcohol y el tabaco, le sigue muy de lejos la cannabis y mucho más de lejos la cocaína. ¿Qué ha crecido y qué nos debe de preocupar en México? Hay dos sustancias particularmente preocupantes, además del alcohol y el tabaco, y son las metanfetaminas y los solventes (thinner o mono, que ni siquiera está considerada como sustancia psicoactiva sino como sustancia industrial), que preocupan por el rápido crecimiento que tienen tanto por lo adictivas que pueden llegar a ser, como por ser utilizadas entre una población joven y de escasos recursos, o porque no hay un suficiente control de calidad de la sustancia y por la edad temprana de los usuarios –13, 14 años. Entonces, aquí es donde la sociedad debe tener la principal atención: por un lado, el alcohol y el tabaco y, por otro, los solventes y las metanfetaminas.   

En medio se encuentra toda una gama de estimulantes (o “drogas” si se le refiere de manera estigmatizada) como la cocaína, o bien, otras sustancias como la cannabis y los opioides y opiáceos, que hoy en día están satanizadas por su ilicitud, pero que debidamente reguladas no debieran ser un problema de salud pública porque, en lo general, los usuarios no son usuarios problemáticos. En el caso del uso de heroína, podría ser una sustancia relativamente inocua para la salud si estuviera debidamente regulada. Si el Estado regulace la heroína, si el Estado regulace el opio, entonces habría una forma real de asegurar a los usuarios y sabrían qué es lo que se están metiendo al cuerpo y, sobre todo, qué tanto se están metiendo. 

Tenemos una legislación tosca y burda que distingue entre estupefacientes y psicotrópicos, y los trata como sustancias radicalmente distintas cuando en muchas ocasiones se refiere a lo mismo. Al hablar de lineamientos para decir qué es legal y qué no, la legislación en México establece una clasificación arbitraria y muy poco precisa –más por la historia legislativa que por un criterio científico– que, además, no refleja siquiera a los tratados internacionales.  

 

¿Cuál debería ser nuestro parámetro?  

 

Nuestro parámetro no debe de ser en mi opinión –salvo muy escasas ocasiones– una prohibición absoluta: “éstas prohibidas y éstas permitidas”. Lo que deberíamos estar preguntando y plasmando en la legislación es bajo qué circunstancias se permiten, qué usos y de qué sustancias. La regla general debiera decir: “no debe de haber una sustancia absolutamente prohibida”. Lo que debiera de haber es una regulación más precisa y lo más realista posible que nos diga cómo, cuándo y dónde una sustancia puede ser consumida y cómo cuándo y dónde el ofrecer. Vender una sustancia puede ser un ilícito porque no se está cuidando debidamente la salud de las personas”.  

Continúa Madrazo diciendo que, en términos de criterio de política pública, cada sustancia, en cada contexto y en cada lugar debería tener una regulación específica.  En términos de legislación, no se debe discutir lo que entra o se quita en una lista de lo permitido o no permitido, sino que se debe ir más allá y discutir cómo, cuándo y dónde está prohibida cierta sustancia, cómo, cuándo y dónde está permitida, y cuáles serían los requisitos que hay que cubrir para poder producirla, distribuirla y usarla. Así podríamos contar con una legislación y regulación claras y pertinentes acordes a la realidad que vive el país, reduciendo estigmas, contemplando el respeto a las garantías individuales y salvaguardando la integridad de las personas usuarias y no usuarias.   

 


“Marihuana, como puerta de entrada a las adicciones”, es una metáfora y no un hecho científico   


Las sustancias en sí mismas no son problemáticas, lo problemático es el uso que les damos y la presentación dentro de la cual las consumimos.   


Hace mucho más daño la prohibición que las sustancias psicoactivas. Nuestra política de drogas es mucho más dañina en términos de salud, de muertes provocadas, de estigmatización, de exclusión social, de pobreza provocada que el uso de las sustancias psicoactivas.    


El problema no son las sustancias sino nuestra relación con ellas. ¿Cómo vamos a seguir usando las sustancias? Tenemos una relación histórica con ellas desde tiempos ancestrales. La pregunta es ¿cómo? ¿A partir de la represión, la ignorancia, el prejuicio y el estigma? O, ¿a partir de una mirada honesta acerca de nuestra relación con las drogas y, a través de las drogas, de nuestra relación de los unos con los otros?  


 

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